
“Una maldita Carta Orgánica que enreda todo”: el intendente Cortés y su embestida institucional
Walter Cortés cuestionó la Carta Orgánica de Bariloche y al Concejo Municipal, en un discurso que pone en jaque la división de poderes y el equilibrio institucional.
Desde su programa televisivo “Con Voz y Voto”, ahora reeditado en el canal del sindicato de Comercio, el intendente de Bariloche, Walter Cortés, lanzó un inédito y polémico ataque a la Carta Orgánica Municipal, cuestionando su vigencia y utilidad en el marco institucional. Con un tono frontal, sin matices y dirigido directamente a la audiencia, Cortés dejó entrever su incomodidad con los límites que impone el sistema democrático local y la separación de poderes. “Vamos a terminar en un Estado donde todo es debate. Un debate tras otro debate. Y bueno, y terminar con esta maldita Carta Orgánica”, sentenció.
Lejos de una crítica técnica o jurídica, el mensaje de Cortés fue político en su sentido más crudo: deslegitimó el rol del Concejo Municipal y el andamiaje institucional que regula su propia función como jefe del Ejecutivo. En su alocución, afirmó que el intendente “no entrega ni siquiera la llave a la ciudad” y denunció trabas permanentes para tomar decisiones de gobierno. “¿Cómo puede ser que el intendente no tenga la capacidad de destinar plata sin tener que cada dos o tres meses ir al Concejo?”, disparó, en una abierta crítica a los controles republicanos.
En sus palabras se transparenta una concepción personalista del poder, donde la figura del intendente debería estar por encima de los equilibrios institucionales. El orden democrático aparece, en su discurso, como un obstáculo para la acción. Las instituciones como el Concejo, los organismos colegiados o la propia Carta Orgánica son, para Cortés, engranajes de un aparato lento, ineficaz, “hecho para los vivos y la politiquería”, como insistió varias veces.
Cortés no evitó comparaciones con el “hombre común”, cuya lógica –según dijo– es actuar sin demora. “El hombre común no se toma todo el tiempo para arreglar la ventana que está rota. O la arregla o se muere de frío”, graficó, como si la lógica del hogar fuera trasladable sin más a la administración pública. La representación política, el debate democrático, la construcción colectiva, aparecen en ese discurso como lastres del pasado.
Su insistencia en resolver temas estructurales como la emergencia habitacional, el conflicto con Uber o el uso de la Ecotasa, sin el “permiso” del Concejo, deja al descubierto una tensión creciente con los concejales. “¿Qué pasa con el Concejo Municipal que no emite una ordenanza?”, se preguntó, apelando a una consulta popular como herramienta para sortear la deliberación institucional.
Uber, taxis, terrenos y consultas populares
Más allá del foco institucional, el intendente retomó los temas de agenda con su estilo directo. Apuntó contra los conductores de Uber “de afuera” y contra el sistema de licencias de taxis, al que acusó de estar acaparado por unos pocos. “¿Qué? ¿Tengo que andar llevando los autos al playón?”, cuestionó, señalando la ausencia de una normativa clara que regule la actividad.
Sobre la emergencia habitacional, denunció que el Concejo da “vueltas” y no permite avanzar en convenios con desarrolladores para obtener terrenos. “¿A usted le parece que no hay emergencia habitacional?”, preguntó en tono retórico, al tiempo que propuso nuevamente una consulta popular para que “la gente diga” cómo seguir.
Incluso sugirió que debería votarse si se les paga o no a los directivos del gremio municipal Soyem, o qué hacer con los pinos de la costanera, en un llamado que mezcla democracia directa con administración ejecutiva, sin distinción de niveles ni competencias.
Una tensión de fondo
Las declaraciones de Walter Cortés no son simplemente el exabrupto de un dirigente impulsivo. Revelan un modelo de gestión con impronta verticalista, en tensión permanente con las reglas del sistema representativo. Cuando afirma que “esto no sirve” y que “hay que terminar con esta maldita Carta Orgánica”, no está discutiendo una coma de la norma: está cuestionando los cimientos del orden institucional municipal.
En tiempos de desafección política y desconfianza hacia las instituciones, el mensaje del intendente interpela a una parte del electorado cansado de la burocracia y los formalismos. Pero también deja abierta una pregunta de fondo: ¿puede una ciudad gobernarse sin respetar la división de poderes?