
Ruidos, alcohol en la calle y sin dormir: el calvario de los vecinos por una cervecería fuera de control
Vecinos denuncian que una cervecería del centro de Bariloche opera como boliche bailable sin control ni aislamiento acústico. Exigen intervención municipal urgente.
Una cervecería ubicada en el corazón de Bariloche fue señalada por vecinos como responsable de una situación que lleva más de un año y medio sin resolución: fiestas con música a altísimo volumen hasta las 6 de la mañana, ruidos insoportables, suciedad en la vía pública y un constante incumplimiento de las normas de convivencia. El establecimiento en cuestión es Ogham, ubicado en San Martín 460, a metros de calle Salta, y según relatan los residentes, “funciona como un boliche bailable sin estar habilitado para hacerlo”.
Uno de los vecinos más activos en visibilizar esta situación es Adrián Danneman, barilochense desde hace más de cuatro décadas, quien asegura haber realizado todos los reclamos formales posibles ante la Municipalidad. “Llevo más de un año y medio presentando notas. También me he contactado con la Jefa de Habilitaciones y con el WhatsApp de Inspección General, donde me atienden muy cordialmente… pero no pasa nada. Todo sigue igual”, contó.
El reclamo no es menor. Según Danneman, Ogham tiene una habilitación como cervecería, pero en la práctica opera como un boliche bailable sin las condiciones legales ni técnicas que exige ese tipo de actividad nocturna. “Funciona en un galpón sin aislamiento acústico. Como única respuesta colgaron unas mantas acústicas, como si eso impidiera que el sonido traspase todo el edificio. Obviamente, no sirve”, explicó.
Además de los ruidos extremos, los vecinos denuncian el consumo de alcohol en la vía pública y la suciedad que queda después de cada evento. “Colillas, botellas, residuos. Las veredas quedan sucias y deterioradas. Y nadie se hace cargo”, sostuvo.
La situación no solo afecta a los residentes permanentes. En la zona hay varios Departamentos de Alquiler Turístico (DAT) habilitados, cuyos huéspedes también sufren el impacto. “Esto afecta la imagen turística de Bariloche. Los visitantes que vienen a descansar se encuentran con una fiesta ilegal a todo volumen al lado de su ventana”, expresó.
El hartazgo se traduce en una demanda clara: “Exigimos una intervención inmediata y eficaz. Que se fiscalice, se controle, se sancione, y si corresponde, se clausure el local hasta que se ajuste a la ley”, remarcó Danneman. Y concluyó con una frase que resume el malestar generalizado: “Vivir en comunidad requiere que el derecho de uno termine donde comienza el del otro. Hoy eso no se está respetando”.