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Neurociencia, vínculo y alfabetización: una fórmula que nace en la Patagonia y se multiplica en el país

Carolina Hansen desarrolló un método de alfabetización que rompe con la lógica tradicional del sistema educativo y se basa en los aportes de la neurociencia. Comenzó en su consultorio y hoy lo implementan docentes de varias provincias. “No podemos dejar solos a los chicos frente a un problema tan complejo como aprender a leer”, advierte.

Neurociencia, vínculo y alfabetización: una fórmula que nace en la Patagonia y se multiplica en el país

Carolina Hansen desarrolló un método de alfabetización que rompe con la lógica tradicional del sistema educativo y se basa en los aportes de la neurociencia. Comenzó en su consultorio y hoy lo implementan docentes de varias provincias. “No podemos dejar solos a los chicos frente a un problema tan complejo como aprender a leer”, advierte.

Durante una entrevista en Radio Con Vos Patagonia, la psicopedagoga Carolina Hansen compartió su experiencia en el desarrollo de un método propio para enseñar a leer y escribir, nacido de su práctica profesional y profundamente influenciado por la neurociencia, la lingüística y su trabajo clínico con niñas y niños que presentan dificultades específicas del aprendizaje.

“Trabajo con chicos que tienen problemas para adquirir la lectoescritura, pero también con otros que, aunque no tengan un diagnóstico específico, simplemente no logran aprender con el enfoque que se utiliza en las escuelas”, explicó Hansen. Desde hace más de veinte años, acompaña a niños y niñas en su consultorio en la ciudad de Cipolletti, donde fue detectando patrones comunes en los casos que llegaban. La mayoría de los chicos no accedía al código alfabético, es decir, a la correspondencia entre los sonidos del habla (fonemas) y las letras o grupos de letras que los representan (grafemas). “Ese es el gran cuello de botella. Si no logran pasar esa barrera, todo lo demás se vuelve inalcanzable”, advirtió.

Frente a esta realidad, comenzó a diseñar ejercicios y estrategias para abordar ese punto específico. Así nació un método que fue creciendo, organizándose y estructurándose en base a la experiencia y el ensayo clínico. “Lo empecé a sistematizar para organizarme mejor en el consultorio. Después se lo pasé a colegas para que lo probaran, y entre todas fuimos aportando mejoras. Con el tiempo armé una guía docente y cuadernillos con actividades secuenciadas que permiten aplicar el método en contextos escolares”, contó.

El enfoque de Hansen se distancia de las prácticas constructivistas que predominan en muchas aulas argentinas desde los años noventa. Para ella, la idea de que los niños pueden “descubrir” por sí mismos cómo se lee y se escribe, sin una enseñanza sistemática y explícita del código, es una falacia peligrosa. “No se trata de dejar solos a los chicos frente a un problema tan complejo como aprender a leer. Se trata de acompañarlos con una propuesta clara, estructurada y afectiva. No hay que enseñar desde el miedo, sino desde el vínculo y la seguridad”, subrayó.

En 2016, una escuela de Cipolletti implementó por primera vez su propuesta en una sala de cinco años. Desde entonces, su método se ha difundido en instituciones educativas de distintas provincias, como Neuquén, Mendoza, Santa Cruz, Salta, Córdoba y Buenos Aires. Además de brindar formaciones docentes, Hansen realiza un acompañamiento personalizado durante la implementación. “Les doy herramientas y propuestas concretas, pero también estoy ahí para responder dudas, hacer devoluciones y ajustar lo necesario. Muchas veces me mandan audios, fotos o videos de lo que hacen en el aula. Es un ida y vuelta constante”, relató.

Uno de los pilares del método es la conciencia fonológica, una habilidad clave para que los chicos comprendan cómo se organiza el lenguaje y puedan identificar, segmentar y manipular los sonidos del habla. A partir de allí, se avanza en la correspondencia fonema-grafema, la lectura de sílabas, palabras, oraciones y textos. “No usamos letras sueltas ni palabras que no tienen sentido. Todo está pensado desde lo lingüístico y desde lo afectivo, para que tenga sentido y emoción”, explicó.

El impacto del método no se limita a los resultados académicos. También transforma el vínculo de los chicos con la escuela y con su propia capacidad de aprender. “Muchos llegan convencidos de que no pueden, de que son ‘burros’. Cuando logran leer su primera palabra, se les llena la cara de felicidad. Se sienten capaces, valiosos. Y eso cambia todo”, expresó Hansen con emoción.

En 2023 publicó su libro “Alfabetización con base neuropsicolingüística”, donde explica en profundidad su propuesta, con fundamentos teóricos y estrategias prácticas. El material se convirtió en una herramienta clave para docentes y profesionales que quieren aplicar su método, tanto en espacios terapéuticos como dentro del aula. Ya está siendo usado en varias provincias argentinas, no solo por su claridad técnica, sino porque traduce el conocimiento académico en herramientas concretas y posibles.

Además de la experiencia clínica, Hansen se formó con especialistas en neuropsicología y estudió las investigaciones más recientes sobre cómo aprende el cerebro a leer. “Leer no es algo natural. El cerebro humano no está biológicamente preparado para leer, como sí lo está para hablar. Por eso necesita un proceso de enseñanza muy específico y organizado”, explicó. Su método toma en cuenta esta premisa y se apoya en los aportes de la neurociencia cognitiva, especialmente en lo que respecta a los circuitos neuronales que se activan durante la adquisición de la lectoescritura.

Más allá de lo técnico, Hansen destaca la importancia del contexto emocional: “El aprendizaje necesita un entorno seguro. Si un chico tiene miedo, está frustrado o se siente juzgado, es muy difícil que pueda aprender. Por eso siempre trabajo desde el afecto, desde la confianza, desde la escucha”.

Su propuesta no busca reemplazar el rol de la escuela, sino fortalecerlo. Para ella, es urgente revisar las políticas educativas que, en muchos casos, han dejado a las infancias libradas a su suerte: “Hay una enorme negación de los problemas reales. Se culpa a las familias, se minimizan las dificultades, y mientras tanto los chicos pasan de grado sin haber aprendido a leer. Eso no es inclusión, es abandono”.

Hoy, su trabajo sigue creciendo y sumando experiencias. En cada lugar donde su método se implementa, Hansen observa transformaciones concretas. “No es una fórmula mágica, ni mucho menos. Pero es una propuesta seria, basada en la evidencia, en la experiencia y en el compromiso con el otro”, afirmó.

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