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Río Negro logró reducir un 20% la tasa de suicidios y marca un rumbo nacional con enfoque comunitario

La provincia alcanzó la tasa más baja del país con 5,1 cada 100.000 habitantes. La Red Argentina de Suicidología destaca el rol clave de la sociedad civil.

Río Negro logró reducir un 20% la tasa de suicidios y marca un rumbo nacional con enfoque comunitario

La provincia alcanzó la tasa más baja del país con 5,1 cada 100.000 habitantes. La Red Argentina de Suicidología destaca el rol clave de la sociedad civil.

En tiempos de cifras que duelen, una estadística alienta. Río Negro logró una reducción interanual del 20% en su tasa de suicidios, lo que ubica a la provincia con uno de los índices más bajos del país: 5,1 por cada 100.000 habitantes. El dato no solo invita al análisis, sino también al reconocimiento de una estrategia de prevención que, lejos de centralizarse en escritorios gubernamentales, se tejió desde el compromiso social.

“La reducción es del 20% con respecto al año pasado. Y hoy nos encontramos en la parte más baja en cuanto a la tasa de índice de suicidio del país”, afirma Marcelo Mandri, presidente de la Asociación Red Argentina de Suicidología. “Eso de alguna manera nos da un incentivo a seguir por el mismo camino. Tenemos la prueba empírica de que el camino que estamos tomando, articulando las organizaciones civiles, la sociedad en su conjunto, las instituciones, el Estado, en pos de la prevención del suicidio, está dando buenos resultados”.

La noticia, aunque esperanzadora, no permite relajos. Para Mandri, el éxito radica en una estrategia que nace en la comunidad: “Hemos podido advertir que el cambio es necesario realizarlo desde las bases. Cuando vos realizás el cambio desde la comunidad, logrando la concientización social para la prevención del suicidio, empujás a las instituciones a que empiecen a tomar medidas. Cuando los cambios se intentan realizar desde la cúpula del poder, lamentablemente son efímeros”.

Esta transformación social no es invisible. En Río Negro, según Mandri, ya se perciben frutos concretos. “Hoy la mayoría de las personas saben que cuando alguien manifiesta intenciones de quitarse la vida, lo hace porque está sufriendo, no lo hace simplemente para llamar la atención. Y también saben que deben buscar ayuda especializada. En base a eso, hemos logrado estos índices”.

Pero la prevención efectiva requiere más que buena voluntad. Requiere especialización, compromiso y red. La problemática del suicidio, al ser de índole biopsicosocial, requiere una intervención multidisciplinaria y especializada. No cualquier persona, no cualquier psicólogo, cualquier psiquiatra o trabajador social puede intervenir de manera asertiva. Tienen que ser profesionales entendidos en prevención del suicidio. Y eso no se hace de forma esporádica: es una responsabilidad que uno debe asumir”, subraya Mandri.

Desde la Red Argentina de Suicidología, este compromiso va más allá de la asistencia académica. “Nosotros, por ejemplo, tenemos un teléfono de WhatsApp que es de asesoramiento. Si una persona nos escribe porque no puede acceder a un turno en salud mental, nosotros nos ponemos en contacto con el Ministerio de Salud para ayudarle a conseguirlo. Si todo el mecanismo funciona de manera aceitada y todos nos comprometemos, los resultados siempre van hacia la superación.

Una de las claves en el abordaje preventivo es promover factores de protección. Pensamientos a futuro, proyectos personales, redes de contención, acceso a la ayuda: todos suman. “Tener proyectos es un factor de protección. Pero más allá de eso, está lo que se conoce como la pirámide de Maslow. El último escalón es la autorrealización, pero para llegar ahí primero tenés que sentir que pertenecés a un grupo. Muchas personas con ideación suicida sienten que no encajan, que son raros, que el problema son ellos. Si lográs que empiecen a mirar hacia adelante, a buscar su propia autorrealización, ya estás ayudando”.

Adolescencia y vejez: grupos vulnerables

En la provincia, los grupos más afectados son adolescentes y adultos mayores. Dos extremos de la vida con desafíos propios.

En los adultos mayores hay algo que se denomina suicidio pasivo. Son acciones o inacciones destinadas a acortar la vida: no tomar la medicación, descuidar la salud, acompañadas de frases como ‘no quiero molestar’, ‘cuándo me llevará Dios’ o ‘no quiero ser una carga’. Esa persona necesita acompañamiento, reforzar los factores de protección. Mostrarle que siempre hay un día más, y en ese día puede aparecer aquello que pensó que nunca iba a encontrar”.

En cuanto a los adolescentes, el abordaje requiere atención especializada. “La etapa adolescente conjuga los factores biológicos, psicológicos y sociales al máximo. Cambios hormonales, búsqueda de pertenencia, necesidad de diferenciarse, impulsividad. Todo eso puede aumentar el riesgo, pero no significa que el suicidio sea inevitable. Si esos factores de riesgo se equilibran con factores de protección, el riesgo disminuye. Y ahí el acompañamiento social es fundamental”.

El modelo de prevención rionegrino pone en evidencia una conclusión poderosa: la sociedad salva más que una intervención tardía. “El acompañamiento social puede prevenir más que una intervención clínica. Vos no tenés que esperar a que una persona intente suicidarse para intervenir. Podés hacerlo mucho antes, con capacitaciones, con concientización. En la última capacitación que dimos en Bariloche hubo más de 250 personas. ¿Sabés quién la organizó? Organizaciones civiles. El Estado no participó.

El trabajo en medios también es parte de la solución. “Ustedes están siendo una herramienta muy importante para el efecto papágeno, que es uno de los que más contribuye a la prevención. La divulgación de la concientización social, hablar del tema con responsabilidad, salva vidas. Lo que estamos haciendo ahora no tiene precio”, dijo en Radio Con Vos Patagonia.

Su mensaje final es tan humano como urgente: Si yo conozco mis debilidades, así será mi fortaleza. Tener la capacidad de pedir ayuda es un factor de protección inmenso. No crean que padecer los define. Busquen ayuda. Y si escuchan a alguien pedir ayuda, no crean que lo hace de forma caprichosa. Y si ustedes no se sienten capaces de acompañar, busquen a alguien que sí pueda hacerlo. Porque esa persona está depositando en ustedes su confianza”.

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