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El visón americano avanza en Bariloche: “Un solo ejemplar puede destruir una colonia entera de aves nativas”

El visón americano avanza sin freno en la Patagonia y pone en jaque a aves nativas, como el macá tobiano. Un solo ejemplar puede destruir colonias enteras.

El visón americano avanza en Bariloche: “Un solo ejemplar puede destruir una colonia entera de aves nativas”

El visón americano avanza sin freno en la Patagonia y pone en jaque a aves nativas, como el macá tobiano. Un solo ejemplar puede destruir colonias enteras.

De depredador sigiloso a amenaza ecológica: el visón americano se expande a gran velocidad en la región y enciende las alarmas entre biólogos, guardaparques y conservacionistas. Hernán Pastore, referente de fauna del Parque Nacional Nahuel Huapi, advirtió en diálogo con Radio Con Vos Patagonia que esta especie exótica —introducida en el país hace casi un siglo con fines comerciales— representa un riesgo creciente para la biodiversidad local.

“El visón es una especie exótica, eso no significa que sea rara, sino que no es nativa de este lugar. Fue traída desde Norteamérica en los años 30 para criaderos peleteros. Con el tiempo, muchos escaparon o fueron liberados tras la caída del mercado de pieles, y así comenzaron a establecerse en libertad”, explicó Pastore.

La historia se repite: como ocurrió con el jabalí, otra especie introducida que se volvió plaga, el visón se adaptó sin problemas a los ecosistemas de la Patagonia. Pero con una diferencia clave: su impacto sobre la fauna nativa es más silencioso y devastador.

El visón americano (Neovison vison) es un mustélido solitario, territorial y extremadamente eficaz como cazador. Se alimenta de aves, crustáceos y pequeños mamíferos, y se desplaza con facilidad entre cuerpos de agua, lo que le permite colonizar nuevas zonas rápidamente.

En Santa Cruz, Pastore recordó un caso dramático: “Un par de visones entró a una colonia de macá tobiano, una especie endémica en peligro de extinción. En pocos días la destruyeron por completo. El problema radica en que las especies locales no evolucionaron defensas frente a depredadores semiacuáticos como el visón. “No tienen respuesta. No hay depredadores así en la fauna nativa”, remarcó el biólogo.

Un enemigo invisible, pero en expansión

A pesar de su tamaño reducido —unos 40 centímetros de largo—, un solo visón puede diezmar poblaciones enteras de aves acuáticas. “Es un animal muy agresivo. Hay videos de visones atacando cisnes”, comentó Pastore, y añadió con ironía: “Por suerte no hay mustélidos del tamaño de un león, si no sería imposible andar por el campo”.

Además de la fauna silvestre, también afecta a producciones humanas: gallinas, patos y gansos suelen ser presa fácil. Su dieta a veces entra en competencia con especies nativas como el huillín, aunque en ese caso el impacto es menor: el huillín es más grande y suele imponerse.

Hoy en día, el control del visón se realiza mediante trampas específicas. Algunas permiten la captura viva; otras provocan la muerte inmediata del animal, aunque están diseñadas para evitar que otras especies queden atrapadas. “No se hace por gusto. Es una tarea ingrata, pero necesaria. Pensamos en el bien mayor: evitar que una especie introducida haga desaparecer especies nativas”, explicó Pastore.

No se sabe con precisión cuántos visones hay en la Patagonia. Lo que sí está claro es que su población crece. “Se lo ve cada vez en más lugares, eso indica que se está expandiendo. Lo que hacemos es proteger zonas clave, como lagunas de nidificación de aves”, detalló el especialista.

Con una estrategia limitada a controlar daños puntuales, la erradicación total parece, por ahora, una utopía. El caso del castor en Tierra del Fuego ya demostró que estos errores históricos se pagan caro. Y como dice Pastore, cuanto más se tarda en actuar, más costoso —y complejo— se vuelve todo.

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