En el barrio Malvinas los vecinos derribaron una garita que se usaba para vender drogas
El parador quedó reducido a escombros. Ocurrió a metros de la Escuela Primaria 315.
La presencia de personas dedicadas a la venta de drogas, y la falta de respuestas por los organismos competentes, llevó a los vecinos del barrio Malvinas a derrumbar una garita de colectivos por ser un punto de resguardo para quienes ofrecen estupefacientes.
El caso fue reflejado por el referente de la Fundación San José Obrero, Fernando Fernández Herrero, quien destacó que el lugar señalado se encuentra a pocos metros de la puerta de ingreso a la Escuela Primaria 315. En diálogo con Radio Con Vos Patagonia contó que al notar la ausencia del parador, consultaron a los vecinos del lugar quienes reconocieron su hartazgo por tratarse de un lugar que había sido adoptado por los “transas” del barrio.
“Me interesó publicarlo porque me quedé preocupado de la naturalización que vamos haciendo estas situaciones”, dijo acerca de la decisión de tirar abajo el refugio porque allí se reúnen delincuentes de todo tipo. Para Fernández Herrero, esta respuesta vecinal se vincula con la impotencia de no poder hacer nada más a pesar de la existencia de dispositivos estatales que pueden abordar la problemática en distintas etapas.
En su análisis también destacó que la problemática de las adicciones no es una cuestión exclusiva de los adultos ya que tras alcanzar a los adolescentes “ahora ya empiezan en la escuela primaria los problemas, con pibes de 10, 11 años, a los cuales se invita a consumir sustancias, y los mecanismos no están funcionando, evidentemente no están funcionando”.
Fernández Herrero, quien junto al proyecto de la Fundación mantiene presencia en los barrios desde hace más de 15 años, comentó que a partir de las conversaciones que mantienen con los jóvenes, y tras conocer sus historias familiares, puede asegurar que el problema con las adicciones es una consecuencia directa del desarme de la familia y el valor del trabajo como ordenador.
“Es un error querer enfrentar el problema de las adicciones hablando de adicciones”, deslizó aunque también reconoció que la situación emergente debe ser trabajada. Es que, según dijo, son pocos los jóvenes que pasan los 30 años de edad y logran reponerse. También comentó que el problema encuentra origen en el final de la década de 1990 cuando las familias se desintegran por la alta desocupación. “Cuando eso falta (trabajo) se desarma la familia como red y entonces los chicos empiezan a estar en la calle, y después vienen un montón de consecuencias, las adicciones son una de ellas, después está el tema de los robos, la violencia, la desescolarización, el embarazo adolescente”, enumeró acerca de una situación que no es exclusiva de los barrios humildes aunque la clase media y alta cuentan con “redes” que sostienen a los jóvenes.
Frente a ese panorama un caso de éxito es el de la Fábrica de Futuro, un espacio desde el que se proponen talleres y capacitaciones en oficios que luego se vinculan con instituciones locales. “Es una especie de enclave que recupera la educación, el trabajo y la familia, que son las tres cosas que se fueron deteriorando muy fuerte”, contó.
En distintos tramos de la charla Fernández Herrero destacó la necesidad de un cambio que permita recuperar a la educación como espacio integrador, el trabajo como valor y no como castigo y la familia “y acá yo no me meto en las discusiones sobre los formatos familiares, cualquier formato que quieran, pero tiene que haber una familia que sostenga a los chicos y a los jóvenes, el problema es cuando los chicos y los jóvenes no tienen a adultos referentes y se hacen en la calle, y entonces un tipo, por ejemplo, puede vender droga en la puerta de una escuela primaria”.
Luego de describir el rol de cada integrante de una cadena que termina con los vendedores de droga ofreciendo el producto dentro de una garita, Fernández Herrero explicó que el trabajo contra la oferta parte del fortalecimiento de los vínculos familiares. “La droga muchas veces es un escape a una realidad que no me gusta, casi siempre”, agregó y es por eso que consideró que “Cuando tanta gente tiene una realidad que no le gusta, las adicciones suben siempre”.