
Cuando el invierno no alcanza, la nieve se fabrica: cómo Catedral salvó la temporada
En medio de una temporada con escasas nevadas, el Cerro Catedral logró mantener abiertas sus pistas gracias a una millonaria inversión en tecnología de nieve artificial. Patrick Peintner, responsable del sistema, explica cómo funciona el proceso que permite esquiar incluso sin nieve natural.
En una temporada marcada por la falta de precipitaciones, el invierno parece haber llegado a Catedral Alta Patagonia gracias al esfuerzo humano y a la innovación tecnológica. Mientras el paisaje natural se resiste a teñirse de blanco, las pistas del cerro más emblemático de Bariloche reciben a esquiadores y turistas, gracias a la llamada “nieve técnica”. Detrás de esta hazaña, se encuentra el trabajo silencioso pero esencial de Patrick Peintner, responsable del sistema de fabricación de nieve en el centro de esquí.
“Hoy estamos esquiando solamente sobre nieve fabricada”, afirma Peintner, sin rodeos. Es que las 12 hectáreas actualmente habilitadas para el esquí en Catedral están completamente cubiertas por esta nieve artificial, creada a partir de un proceso sofisticado que combina agua presurizada y aire frío, alimentado desde un reservorio hasta una red de cañerías que abastece a los generadores de nieve.
El sistema, instalado por la empresa TechnoAlpin —líder mundial en fabricación de nieve—, permite producir nieve incluso en condiciones climáticas desafiantes. “Trabajamos con temperaturas de bulbo húmedo, que es una combinación entre temperatura y humedad. Aunque el termómetro marque números positivos, si la humedad es baja, igual podemos fabricar”, explica Peintner con precisión técnica. De hecho, el sistema puede activarse con valores de hasta +2°C si la humedad está por debajo del 40%.
La inversión realizada por Catedral Alta Patagonia es millonaria y estratégica: actualmente, el sistema cuenta con 40 generadores distribuidos en el sector prioritario de la montaña, pensado especialmente para garantizar el acceso a principiantes y esquiadores intermedios. En una temporada con escasas nevadas, la apuesta por la innovación se vuelve un salvavidas no solo para la empresa, sino también para toda la economía turística de la región.

"La nieve técnica es, en muchos casos, mejor que la natural. Tiene una consistencia que facilita el trabajo de las máquinas pisanieves y además mejora la experiencia del esquiador", sostiene Peintner. La calidad del producto final no es un detalle menor: en un contexto climático incierto, ofrecer una pista segura y de buen rendimiento se vuelve una obligación para cualquier centro de esquí competitivo.
La tendencia es global: el cambio climático ha empujado a los principales destinos invernales del mundo a desarrollar sistemas de fabricación de nieve. Y si bien ya se venía utilizando desde hace décadas, el aumento de la variabilidad climática volvió imprescindible su implementación a gran escala. "En el mundo entero se acortan las temporadas, nieva menos y de forma más impredecible. Nosotros ya no contamos con la nieve natural como garantía", remarca Peintner.
Con la vista puesta en el futuro, la estrategia es clara: seguir ampliando la superficie innivada, mejorar la eficiencia energética del sistema y adaptar las operaciones a un clima cada vez más cambiante. Mientras tanto, en lo alto del cerro, la nieve —aunque no haya caído del cielo— sigue cumpliendo su promesa: permitir que miles de personas vivan la magia del invierno en Bariloche.