
Control de jabalíes en Bariloche: cómo funciona el sistema de captura con mosto de cerveza y manzana silvestre
Bariloche puso en marcha un plan piloto para capturar jabalíes en zonas periurbanas. El sistema fue exitoso, pero se suspendió por el turismo invernal. Ya detectaron brucelosis.
El cerco fue levantado con paciencia, día a día, casi en silencio. Se ubicó en una zona de interfase —ese límite donde el bosque empieza a dar lugar a las viviendas, las huertas y los perros—, y se diseñó para que los jabalíes lo asumieran como parte del paisaje. En el centro, los esperaba un festín que no encontrarían en la naturaleza: mosto de cerveza y manzana silvestre, un combo irresistible para un animal que, pese a ser exótico, ya se mueve como en casa en los bordes de San Carlos de Bariloche.
El resultado: ocho ejemplares capturados en simultáneo, en lo que fue la primera experiencia del plan piloto implementado por la Municipalidad para controlar la presencia de jabalíes en zonas periurbanas. La iniciativa, que se enmarca en un trabajo conjunto con Fauna y Ganadería de la Provincia, el INTA y científicos del CONICET, busca generar un modelo de intervención sustentado en datos científicos, criterios de trazabilidad y protocolos sanitarios rigurosos.
“Se trató de una experiencia exitosa, tanto por la eficacia del sistema como por la calidad de la información que pudimos obtener”, explicó Alfredo Allen, subsecretario de Planeamiento de Bariloche, en una entrevista con Radio Con Vos Patagonia. El objetivo inmediato era capturar ejemplares sin poner en riesgo a los vecinos ni a los operadores del sistema. El objetivo de fondo es aún más ambicioso: establecer un esquema replicable de manejo de especies invasoras en entornos urbanos, donde el equilibrio ecológico empieza a quebrarse.
Un método basado en comportamiento animal
El mecanismo elegido fue el corral trampa, un sistema de captura pasiva que no depende de tecnología sofisticada ni intervención remota, pero sí requiere conocimiento etológico y paciencia. Lo primero fue detectar el lugar donde los jabalíes se alimentaban con mayor frecuencia. Para eso se instalaron cámaras trampa, que permitieron observar patrones de conducta, horarios y número estimado de ejemplares.
Luego comenzó el proceso de “cebo y acostumbramiento”: durante varios días, los animales fueron alimentados con mosto de cerveza —un subproducto de fácil acceso en la región— y frutas silvestres, lo que los incentivó a entrar y salir del corral. Solo cuando esa rutina estuvo consolidada, se colocó un gatillo mecánico, una soga con pasador que, al ser accionada, cerró la puerta del corral y dejó a los ocho jabalíes encerrados.
“Este método evita el uso de armas de fuego, jaulas individuales o tecnologías complejas, y al mismo tiempo permite capturar grupos familiares completos”, detalló Allen. En este caso, los ejemplares capturados fueron dos hembras adultas —ambas preñadas— y seis juveniles, lo que confirma la rápida capacidad reproductiva de la especie.
Protocolo sanitario y hallazgos preocupantes
El operativo de captura se desarrolló con los permisos correspondientes otorgados por Fauna y Ganadería de Río Negro, y con la participación de un cazador habilitado, encargado del sacrificio, tal como lo exige la legislación provincial en materia de fauna silvestre.
Una vez sacrificados, los cuerpos de los animales fueron disecados y muestreados. Las muestras se enviaron a laboratorios especializados donde se analizaron patógenos zoonóticos, es decir, enfermedades que pueden transmitirse de animales a humanos. Si bien todos los ejemplares resultaron negativos a triquinosis, se detectó un caso positivo de brucelosis porcina, una enfermedad infecciosa de alto impacto sanitario.
“La brucelosis no solo afecta al animal; tiene implicancias directas en la salud pública, en la producción ganadera y en la biodiversidad. Por eso es clave conocer qué está circulando en el ambiente”, advirtió Allen.
Actualmente, los estudios de laboratorio se centralizan en Viedma, lo que implicó desarrollar un protocolo de traslado de muestras desde Bariloche, algo que también servirá como base para el trabajo futuro en otras localidades cordilleranas.
A diferencia de la visión tradicional que ubica al jabalí como un problema del campo o de zonas rurales, en Bariloche la preocupación principal se enfoca en la zona de interfase, donde el animal compite con especies nativas, destruye suelos y complica la relación entre naturaleza y urbanización.
“En el campo hay presencia de jabalíes, sí, pero el verdadero conflicto se da en los bordes de la ciudad, donde estos animales empiezan a interactuar con perros, con personas, con residuos y con cultivos familiares”, explicó el funcionario. “Y además, ya no se asustan fácil. Tienen estrategias adaptativas muy eficientes”.
Por eso, la municipalidad apuesta a un modelo de gestión anticipada, que permita actuar antes de que el problema escale. En ese esquema, el componente educativo también será central: guardaparques municipales serán capacitados no solo en armado y activación de trampas, sino también en la correcta extracción de muestras y registro de datos, para contribuir a los estudios sanitarios de fauna silvestre.
Un plan para el futuro
Por el momento, el programa se encuentra suspendido temporalmente debido al inicio de la temporada turística invernal. En julio y agosto, las zonas de interfase —donde se realizan las capturas— reciben una importante afluencia de visitantes, lo que vuelve más riesgosa la operación y más visible el procedimiento, algo que las autoridades locales prefieren evitar.
Sin embargo, una vez pasada esta etapa, se prevé reactivar y ampliar el plan, con la intención de aplicarlo en otras localidades de la cordillera, replicando el esquema de colaboración interinstitucional y con base científica. La meta: que el control de especies invasoras no sea solo una reacción aislada, sino parte de una estrategia territorial de manejo ambiental.
Además del jabalí, la Municipalidad ya trabaja en medidas preventivas para abordar otros desafíos, como la presencia del visón americano, otro mamífero exótico e invasor, y la prevención de incendios forestales e interfase, en coordinación con el SPLIF (Servicio de Prevención y Lucha contra Incendios Forestales).